El origen del módulo Plumier

Cuando estuve en la feria Habitat Valencia presentando las lámparas Mamet, un hombre se detuvo en mi stand y se quedó mirándolas mientras yo le miraba a él. Nos quedamos los dos formando una «V» de miradas que duró unos instantes hasta que, sin apartar la mirada del flexo, me dijo con una voz muy amable:

– Mira que bien… te has hecho tu Tolomeo.

Luego hablamos un poco, nos dimos las tarjetas y se fue. Con el trajín de la feria, tan solo recuerdo que era un profesor de diseño de producto en una universidad, pero su tarjeta se me ha mezclado con las demás y no recuerdo su nombre.

Hace unas semanas le pedí a mi amiga Cristina que me devolviera el viejo mueble de plástico rojo de cajones de mi padre. Me lo había estado guardando durante los años que he vivido en el extranjero y los casi dos que llevo en Madrid tras mi vuelta. Cuando traje el mueble a casa, me puse un disco y empecé a limpiarlo, ensimismado en el recuerdo de este mueble, que se remonta a mi infancia.

Este «mueble de plástico rojo de cajones»,  que los arquitectos y diseñadores hemos visto tan a menudo, se llama «Boby» y fue diseñado por un tal Joe Colombo (¡qué gran nombre!) hacia 1970, poco antes de morir a los cuarenta y un años. Según me cuentan, fue una pieza pionera en el diseño de plástico inyectado entre moldes de metal. Todo un clásico sin nombre, al menos para mí, hasta que lo busqué en Google mientras le quitaba la mugre.

Olía a libro recién sacado de un desván, y dudé de si llevaba sin limpiarse seis años o treinta y seis, que son los que tenemos yo y, más o menos, el mueble. Como la roña estaba incrustada hasta el último rincón, acabé fijándome en cada escondrijo mientras la quitaba y, al hacerlo, me asombraba el ingenio de su construcción: lo bien que los detalles están estudiados, cómo de las parejas de moldes pueden salir las réplicas de plástico inyectado entre ellas…

Entonces me pasó lo que Woody Allen define como incontinencia cuando le preguntan por qué hace tantas películas. Pensé:

– Me voy a hacer un Boby.

Y tras unos días echando ratos, este es el resultado. Lo he llamado «Plumier«.